Cómo hacer que tu alcalde visite tu peluquería y yo no.

Como de costumbre, llamo a mi peluquería para concertar una hora. Llego puntual y lo que pasó a continuación fue una escena de otras épocas rayando lo bizarro. La mejor manera de explicarlo es haciendo una lista.

Cómo hacer que tu alcalde visite tu peluquería

- Saludarle nada más que llega por la puerta.
- Llamarle por el nombre de pila. Llamarle por el diminutivo, "Javi".
- Hacerle sentir como en casa. Dejarle corretear por la parte de atrás de la peluquería y toquetear los productos capilares.
- Dejar de lavar el pelo a una señora, ante su cara de estupefacción, para lavárselo a él.
- Reírle las gracias. 
- Recortarle la barba.
- Despedirle todos los empleados diciéndole su nombre.

Cómo hacer que yo no visite tu peluquería

- Saludarme con la mirada cuando llego.
- Hacerme esperar después de haber cogido hora sin disculparse o decirme unas palabras para que no me impaciente.
- Colar a Javi, que llega más tarde, sin pedir disculpas ni permiso.
- No llamarme nunca por el nombre a pesar de tenerlo apuntado en la agenda y que he ido varias veces.
- Hacerme sentir que molesto por allí y solo me hace caso la aprendiz que lava el pelo.
- No decirme nada cuando le digo que no me corte tan corto como la última vez y que así por el mismo precio hacía menos trabajo.
- No seguirme la conversación. Hablar con otros compañeros de la peluquería como si yo no estuviese.
- No ofrecerse a recortarme mi perilla.
- Que me despida solo el de la caja después de cobrarme.

Comentarios

  1. La atención al cliente deja mucho que desear por aqúi. Parece que nos hacen un favor por ofrecernos un servicio!!

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  2. y al final... para este resultado :-P

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  3. Si, la verdad que a mi casi me sentó peor el trato al cliente que el trato de favor.

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