Café de máquina

"Ponme un café con leche", le pido. En realidad no me lo pone. Solo tiene que introducir una moneda por la ranura y darle al botón. Un vaso de plástico de color crema cae sobre la bandeja, mientras un liquido que pretende ser café, se estampa suicidamente contra el interior del vaso. Cuando se disipa un poco el humo provocado por el líquido hirviendo, mi anfitrión abre la pantalla de plástico de seguridad.  "Toma", me indica mientras me pasa el café. Doy un pequeño sorbo y el estropajo licuado pasa por mi lengua. "¿Que tal está?", me pregunta "es que pones caras raras". "Bueno, he tomado cafés mejores", le contesto con cara de poker después de que el líquido termine de pasar por mi garganta, "¿y no os lo dan gratis, o qué?". Se queda pensativo un momento rascándose su patilla derecha de rockabilly, "Vaya, ahora nos han subido el precio, vale el doble de antes".