Las cosas pequeñas
Ayer, el grupo de rock Bon Jovi reunía en San Sebastián a 35.000 personas. Hoy, los grupos de heavy metal Judas Priest, Motorhead y Saxon actuarán en el BEC de Barakaldo ante otros miles de personas. En su lugar me encontraba en un pequeño bar/sala de conciertos de Vitoria-Gasteiz dispuesto a escuchar a los "populares" The Metal Slug y los "famosos del uno al otro confín" Redentor.
Llegamos ya tarde, el concierto estaba programado inusualmente pronto. The Metal Slug se encontraban ya desplegando sus guitarras. Metal Slug, además, es un popular juego de arcade de máquina de recreativos. Uno de esos juegos que tienes que "matar malos" y que tienen éxito por su sencillez y su facilidad de juego: despiezas malos desde el primer segundo.
Llegamos ya tarde, el concierto estaba programado inusualmente pronto. The Metal Slug se encontraban ya desplegando sus guitarras. Metal Slug, además, es un popular juego de arcade de máquina de recreativos. Uno de esos juegos que tienes que "matar malos" y que tienen éxito por su sencillez y su facilidad de juego: despiezas malos desde el primer segundo.
Desde la calle se podía oir a The Metal Slug, y ya notaba a mis piernas empezar a moverse para entrar corriendo en la sala y empezar a disfrutar de la música. Mi decepción apareció al entrar en la sala y verla prácticamente vacía. Unas chicas estaban sentadas en un lateral de la sala y media docena de personas andaban diseminadas entre la barra y unos asientos. Eso no le quita un apíce de mérito a los solos cromáticos y de finger-taping del guitarrista, o a los ritmos infernales del batería.
"La última y empieza ya Redentor", nos comunica el cantante/bajista. Me preguntaba de la importancia de ese hecho en concreto, lo comunicaba como si sintiera estorbar en pos de un un gran grupo. Quizás se equivocaba, pensaría que estaba en uno de los megaconciertos de telonero de Bon Jovi o de Judas Priest. Entendí lo que quería decir cuando cuando Redentor subieron al escenario. En unos minutos la sala se llenó de gente esperando escucharles. ¿Donde estaban todas esa personas antes? Redentor al fin y al cabo, es todavía un grupo de local, unos amigos que se juntan unas veces a la semana en su pequeño local para tocar cuatro canciones y tener delirios de grandeza.
Empezaron a tocar la primera la canción, y todo lo que había hecho The Metal Slug desapareció. En contraste con The Metal Slug, que prácticamente permanecían inmóviles sobre el escenario, a Redentor parecía faltarle sitio. Tanto es así, que en la primera canción al cantante se le empezaron a romper los pantalones y terminó cantando en calzoncillos y calcetines, imagen que es mejor no reproducir en este blog aquí y ahora, pero que ofreció una pizca de épica al concierto. El bajo se apoderaba de las canciones de Redentor al paso que la tímida guitarra lloraba en sus melodías y el cantante entonaba las palabras roncas de rabia. El público bramó por una última canción que fue concedida para terminar la velada.
Y como llegaron se fueron. Metal Slug y Redentor no son Judas Priest, ni Bon Jovi, ni Motorhead, ni Saxon, pero no hace falta más para disfrutar de la música.
Y como llegaron se fueron. Metal Slug y Redentor no son Judas Priest, ni Bon Jovi, ni Motorhead, ni Saxon, pero no hace falta más para disfrutar de la música.
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