Teterías y caballos
Serpenteamos por las estrechas calles. "Creo que es la luz esa" me señala. Continuamos caminando y llegamos a la tetería. Entramos y tiene las paredes de piedra y unos asientos bajísimos. El pequeño local está a rebosar de gente y conversaciones. Ahí está, una mesa libre esperándonos. Ella se sienta de espalda a la pared y yo en una pequeña banqueta cilíndrica de mimbre y madera que encuentro divertida. Miramos la carta y pedimos una especialidad de té con leche para dos. "Lo malo es que tarda mucho en hacerse" me comenta mi acompañante, "es una mezcla de tés..". Mientras esperamos me explica que el local es tan pequeño y de piedra por que había sido una cuadra de caballos.
Mm.. me pregunto si todavía quedan fantasmas de los caballos que habitaban la cuadra, si de noche se oyen los relinchos cuando la tetería está vacía y en silencio. Seguro que los empleados tienen que guardar el té en un armario con llave, ya que les desaparece misteriosamente a la noche. De hecho, ya han tenido tres señoras de la limpieza que abandonaron el trabajo por "estrés" causado por extraños sonidos que oían cuando estaban solas limpiando la tetería. El dueño ha tenido que instalar un sistema de limpieza de suelo automático. Primero salen unos chorros de agua con jabón que empapan todo el suelo del local, para dar paso a unos cepillos que van recogiendo toda la porquería. A continuación unos rodillos secantes terminan de hacer la limpieza. Después de instalar el sistema por pura necesidad, el dueño de la tetería descubrió el negocio y ahora lo vende en otros locales similares. La zona está repleta de cuadras. El "tetero" fue visto por última vez en un hipódromo apostando todo al número 4 "Phantom Ross".

Comentarios
Publicar un comentario