La invisible


Te va roñendo los huesos poco
a poco y ocupa su lugar.
Entra como un dulce frío.
Como una reconfortante compañía.
El último beso es de calor,
hacerte sentir bien el último
momento antes de la muerte.
Se exonera de culpa. Mientras
no te das cuenta que ya no tienes huesos.
Tus músculos caen al suelo desparramándose
en medio de un charco de sangre.

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