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El otro día, después de mucho tiempo, volví a tocar la guitarra en un local de ensayo. Con un bajista y una batería, como mandan los cánones. Sentí algo que no había sentido hace mucho tiempo. Reconocerte en el sonido que se produce, oir tu parte del todo, que eres culpable de ese hermoso ruido.
Sé que es recurrente la comparación, pero sí, es como hacer el amor, solo que sin el final. El final de hacer el amor es un contrasentido. Acabar no entra dentro de hacer el amor, aunque para la mayoría sea el objetivo último.
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