Historia de un tatuaje


En Madrid fuí a un estudio de tatuaje que me recomendaron, les dí el dibujo que quería y me citaron para dos días más tarde. A los dos días volví para que me hicieran el tatuaje. Veo a un hombre alto y fornido con el torso desnudo sentado en una camilla de los puestos de tatuaje protestando. Llevaba tatuadas dos alas en la espalda. Le nacían en los omóplatos y le llegaban hasta los riñones. Se viste una camisa cyan clara y sale airado del local. El encargado me mira cara abajo, "Disculpa..". "¿Que le ha pasado al hombre ese?" Le pregunto. Levanta la mirada y me explica "Es que no sabe que tatuarse". ".." "Es que el tío ese quería hacerse dos alas en la espalda y luego un círculo con nosequé. Como resulta que todavía no sabía que mierdas poner le hicimos solo el circulo para luego rellenarlo. Ahora el tío dice que no quiere poner nada entre las alas y que le quitemos el círculo. Desde luego la peña es que.." termina por decirme confundido.

Me quedo mirando al encargado fijamente sin saber que decir. Por fín, me acompaña a un puesto de tatuaje. Me presenta al "artista de tatuaje". Es un americano que acaba de llegar hace dos días. No sabía castellano, pero yo sí inglés, así que fue un alivio para él. Le estuve traduciendo como se decía "tattoo" (tatuaje), "tattoo artist" (tatuador) y otras palabras. Lo iba apuntando en una pequeña libretita que se guardaba en uno de los bolsillo de atrás del pantalón. En un tatuaje de dos o tres horas, hay mucho tiempo para hablar. Me comenta que a ver si he comido bien. Me dice que el chico que había estado antes de las alas se había desmayado justo después de hacérselas. "Es que, llego aqui después del viaje para presentarme y lo primero que veo es al tipo ese en el suelo.." me comenta medio riéndose "Me encanta este país.. je,je". Es de california. Un dibujante que se tiene que pasar al tatuaje para ganarse la vida. "¿Qué demonios es esto?" me pregunta mientras me calca el dibujo. "Bueno, es una cosa personal", le contesto. "ja,ja,ja.. si.. pues me gusta..".

Recoge un poco de pigmento y la máquina de tatuar empieza a emitir un zumbido. El americano apoya su mano contra mi piel y como fuese un bolígrafo, me empieza a punzar la piel con la aguja de la máquina. Siento como si me hicieran cortes con una cuchilla, pero no siento dolor que se supone que se siente. No miro cuando me tatua con la aguja eléctrica, solo cuando descansa unos breves momentos voy observando de reojo como va quedando. Mientras me añade el color rojo al tatuaje me explica que le fascina como la gente reacciona mientras le hace el tatuaje: "La mitad de la gente no puede mirar mientras tatuo pero la otra mitad tiene que mirar, je, je,je..".

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