No, no, no estoy haciendo ya la maleta, no soy tan previsor. Es que estaba pensando en mi genética. Sí, provengo de un gran clan de olvidadores de cosas. Un antepasado mío fue el primero en dejarse las llaves de la cueva, seguro. Y encima vendría de cazar un animal y se le habría olvidado llevarlo. Es así, no hay nada que pueda hacer. Ni con toda la investigación genética se podría estirpar esta tendencia de mi familia. Pero lo sé. Doy gracias de que lo sé. Por eso sé que es inútil hacer una lista de cosas que meter en la maleta o prepararla con meses de adelanto. Ya sé que me voy a olvidar de algo, así que solo procuro que de lo que me olvide que no sea importante.
Luego ya, cuando la estoy preparando el último día (o veces el mismo día) es algo mecánico. Lo he mecanizado en mi cabeza. Voy subiendo: Zapatillas, pantalones, camisetas, neceser.. y lo último de todo los calzoncillos.
La ropa interior tiene que estar siempre a la vista. No se donde fue que me hicieron abrir la maleta en un aeropuerto y al ver todos mis calzoncillos y mi cara colorada el guardia no miró más la maleta. No es que llevase nada extraño, pero siempre es una pérdida de tiempo que te revisen todas tus cosas y mejor ahorrárselo lo que puedas. Desde entonces, aunque no vaya a ningún aeropuerto pongo los calzoncillos al final y a la vista nada más abrir la maleta, es una especie de amuleto de la buena suerte.
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