Jiro Taniguchi

Conocí a Jiro Taniguchi leyendo un manga (comic japonés) suyo llamado El caminante. En él un hombre casado cuarentón se dedica a caminar (como su propio nombre indica) por su barrio. Y no hay más, eso es todo.

El detalle del dibujo y la simplicidad hacen de todo un conjunto fascinante. Hace que termines de leer y vayas a caminar por tu barrio mirando los árboles, los pájaros, la gente, los edificios y muchas cosas que antes no estaban allí. La verdad que es difícil explicarlo con palabras. Yo iría a la tienda de cómics más cercana y le echaría un vistazo. Es una manga al mundo y a encontrar el tiempo para pararse y apreciar la belleza de las cosas.


Así que, no pude contener mi emoción al ver Barrio Lejano, del mismo autor, en mi tienda de comics local. Y lo compré junto con Un zoo en invierno, también de Taniguchi. Sí, me lo compré, no creo que se pueda apreciar en su totalidad visto en una pantalla, tiene tal detalle de dibujo que solo puede ser apreciado en su totalidad impreso en papel. Otra vez encontramos a un personaje adulto, Hiroshi Nakahara, que se toma sus cosas con calma. Casi recuerda un poco a El caminante. Pero esta vez se adentra en la psicología del personaje más que en el mundo que le rodea. Hiroshi vuelve a su pueblo natal después de muchos años fuera y en un viaje al cementerio vuelve a su pre-adolescencia de 14 años. Claro, con el cuerpo de 14 y la sabiduría de 40 empieza a cambiar cosas de su pasado sin darse cuenta. ¿Que harías si tuvieses 14 de nuevo?¿Podrías cambiar todas las cosas malas que te pasaron? ¿estás satisfecho con como te han ido las cosas? Taniguchi se moja y se implica sin tapujos con estas cuestiones, para llegar a un final sorprendente.


Leer a Jiro Taniguchi y apreciar la vida van siempre en la misma frase.


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