Gafas Nuevas

Es complicado comprarse gafas nuevas. Sobretodo por que al ponértelas no sabes si te quedan bien o mal. Te miras al espejito de la óptica y ves que llevas algo en la cara, es como un difuminado. Lo estás viendo a través de unas lentes de plástico sin graduar. La vendedora me dice que "es lo que se lleva ahora" y me enseña otras que "resaltan los ojos" y luego otras que "alargan la cara". Mi novia me sugiere otros modelos con los que estoy "más guapo todavía", pero no me convencen. Por fin, encuentro unas que parecen negras, pero si las miras bien tienen trazas marrones. En la parte interior son de un azul verdoso claro. Me recuerdan a mi, así que me decido por esas.

Al cabo de un par de semanas me paso a recogerlas. La dependienta se acuerda de mí cuando me ve y me saluda. "Ahora mismo", me comunica, y se retira un momento al cajón de las gafas. Es un desván gigante de gafas dentro de sobres blancos con el nombre del cliente escrito en tinta azul. Después de revolver los sobres, encuentra el mío y me lo aproxima al mostrador. Abre el sobre y me entrega las gafas nuevas para que me las pruebe. Las coloco sobre mis orejas y la primera sensación es que me estorban un poco, son un poco más pesadas que las anteriores. Me miro al espejo y no me termino de ver. Parezco otra persona. Dudo de por qué he escogido ese par en concreto, hasta que veo el reflejo marrón y me hace sonreir. Me observo de nuevo en el espejo y sí es verdad que me dan unos trazos más rotundos, en cuanto antes mis lentes pasaban desapercibidas.

El primer día después del estreno, me notaba con más confianza. Eran las gafas. Al verme en el espejo con mi nueva imagen, me daban más empaque, más seguridad. La gente con la que hablaba, parecía que me prestaba más atención, y mi discurso era el de alguien seguro de si mismo. Ese día, había quedado a comer con mis padres. Me preguntaba que me dirían de mi renovado aspecto.

Llego a casa de mis padres y me reciben como siempre, mi madre me da dos besos y mi padre está con la bata leyendo el periódico en el sofá del salón. Saludo a mi padre también y me quedo charlando con él hasta que mi madre termina de hacer la comida. Nos juntamos alrededor de la mesa de la cocina y comenzamos con el primer plato, el arroz (que no paella). Como de costumbre, hablamos de todo un poco y de que hemos estado haciendo. En un momento dado mi madre me comenta:
- Vaya, te quedan muy bien esos pantalones.
- ¿Los pantalones? - le respondo sorprendido.
- Si, los pantalones, es el color - me reafirma mi madre.
- ¿Y no te has fijado en mis gafas nuevas?
- No se.. a ver.. ah sí, ya decía yo que te veía un poco raro.
- Por que lo has dicho tú, yo tampoco me había fijado - añade mi padre.



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